Hope Children's Foundation

Aquí se cocina para todos

Quedé sorprendida al ver lo pequeña que era la cocina que alimentaba a mas de 500 niños y maestros. Con sus pocos metros y tres agujeros gigantes con ollas gigantes, que se calentaban con llamas de carbón, la cocinera y su ayudante preparaban el desayuno y la comida de la escuela. Sin embargo, lo que faltaba en sofisticación, lo compensaba su capacidad para alimentar a un gran número de niños.

Por la mañana, se preparaba un porridge caliente y nutritivo hecho a base de harina de maíz, azúcar y agua, que proporcionaba a los niños la energía necesaria para comenzar el día. A la hora del almuerzo, se servía un plato de granos acompañado por una masa de harina de maíz (posho). Esta era la comida para todos los días de la semana.

A la hora de la comida los niños se acercaban por orden e iban entregando sus tuppers al profesor, quien los disponía dentro de la cocina y que con la ayuda de la cocinera, y un ayudante, iban entregando uno a uno a cada uno de sus propietarios. Quedé perpleja con el nivel de atención de los niños que al ver el color del tupper y su forma, ya lo identificaban y lo reclamaban para que le fuese entregado. Dios mio, estamos hablando de pequeñuelos de hasta 3 años, que ya eran responsables de sus cosas.

Al tener sus tuppers llenos de comida, los niños se sentaban en donde podían. La mayoría comía con las manos, cogiendo la masa de harina y los granos con sus dedos en forma de cucharón. Era un gusto verles comer, y una pena ver que ellos eran unos privilegiados de recibir algo de comida, aunque fuera masa de maíz y un poquito de frijoles, mientras que otros a unos metros de la reja de esa escuela, no tenían nada que llevarse a la boca.