¡Gracias por hacer la diferencia en la vida de estos niños!

La educación es clave para romper el ciclo de la pobreza

A menudo, las familias en Uganda no pueden pagar la educación de sus hijos. Al apadrinar a un niño, además de demostrar tu compromiso con su educación y su futuro, puedes ser una fuente de apoyo, motivación y aliento para ellos. Al apadrinar a uno de estos niños, nos aseguraremos personalmente de que tú contribución llegue y pediremos a los directores de las escuelas que nos envíen fotos y reportes de los niños para constatar que están yendo a la escuela.

John

La casa de John fue la penúltima que visitamos. Llegar al colegio le implica caminar casi 2 horas para ir y otras 2 horas para volver. Su casa, pequeña y extremadamente pobre, apenas tiene espacio para una goma espuma rota y mugrienta que le hace de colchón a él y a sus hermanos. Sólo cuenta con su madre.

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Isaac

Isaac vive en esta barraca de barro de pocos metros, apilado con su madre y sus hermanos. Su madre, al igual que otras muchas mujeres en Uganda, fue abandonada por su marido hace unos años, y para ella, le es ya casi imposible darle de comer y más aún, el privilegio de enviar a la escuela a sus hijos.

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Kennedy

Como muchas otras historias de estos niños, Kennedy y su familia acaban de perder a su padre en un accidente de coche. En total son 7 hermanos, y solo cuentan con su madre viuda para salir adelante.

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Molly

El caso de la madre de Molly (chica a la izquierda de la foto) es de gran admiración, pues esta mujer con 7 hijos, uno de ellos con una discapacidad física absoluta, pues no tiene piernas y sus brazos no tienen movilidad, ha sido capaz de sacar adelante a sus hijos sin la ayuda ni soporte de su marido que la abandonó años atrás.

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Edward

Edward es el pequeño de 5 hermanos y sus padres no tienen recursos para enviarlos a todos al colegio. El padre, quien trabaja la tierra para traer dinero a casa, tiene un cáncer gigante en su pie, y por lo que vimos, no creemos que tenga mucho tiempo más hasta que tengan que amputarle y quién sabe si sobrevivir.

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Isaías

Nada conmovió tanto nuestros corazones como la historia de Isaías, que con apenas diez años de edad, lleva una gran carga de responsabilidad y una profunda tristeza. Supimos que su madre había fallecido y que su padre lo había abandonado a él y a su hermano Joshua, de cinco años. Viven en una pequeña cabaña sin cama, electricidad ni baño. Con ropa harapienta e inseguros de cuál será su próxima comida, dependen por completo de sus vecinos para las sobras de comida.

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